Estas palabras aparecidas en un diario,valen la pena rescatarlas en recuerdo de la Gladys...
"Se cumplen 6 años de la partida de Gladys Marín. Ausencia que es presencia. Su paso por mi vida fue marcador.
Conocí a Gladys una mañana al inicio de su candidatura a la Presidencia de la República, en la Casa del Pueblo, en Cummings. Era desayuno inicio del trabajo de campaña.
Solo, en medio de personalidades políticas de trayectoria, en un rincón, esperaba dar mi apoyo a la candidatura de izquierda. Cuando Gladys se acercó, hablamos de plantas, gatos, libros, nos reímos de pequeñas anécdotas.
Me cautivó. Y desde ese momento seguimos caminando juntos, recorriendo pueblos y ciudades, escuchando sus discursos vivos, apasionados, mirando y aprendiendo de su interés por los otros, no importando su condición social, política.
Con Gladys estuve cuando el chorro de agua la mojó hasta dejarla con fractura, que la obligó a usar cuello ortopédico. Estuve a su lado, cuando la chilenada lanzó como bofetada a los funcionarios palaciegos que ordenaban reprimir.
La vi respetuosa, digna, doliente ante el cuerpo sin vida del Cardenal Raúl Silva Henríquez, en la casa de los Padres Salesianos en la Florida.
La imagen del Obispo cercano a Pinochet Orozimbo Fuenzalida, la veo en su saludo respetuoso, cordial a Gladys y ella diplomática conversando con el prelado, expresando con libertad su admiración por el Cardenal y los sacerdotes y religiosas que salvaron tantas vidas. Fuenzalida de pulcra sotana obispal en un pasillo escuchando a la líder comunista.
Regresa a mi memoria el comentario “No odio a Pinochet, lo desprecio y jamás haría con él, lo que hizo con nosotros”. Gladys no tenia odios, pero no olvidaba con facilidad.
Recuerdo su capacidad de trabajo. Todos terminábamos el día agotados, pero ella seguía preocupada de todo y todos. Quería saber donde dormirían los acompañantes en sus giras, si habían comido, y si estaban bien. Si todos dormían en un gimnasio ella también pernoctaba en el lugar.
Gozadora de la vida y sus detalles. Una tarde recibí llamado de ella, invitándome con prontitud a su casa en Santa Sofía de lo Cañas (si mal no recuerdo) insistió que concurriera a su hogar. Fui, feliz me abrazó diciendo “Querido te regalo este paisaje”. Llovía y nevaba copiosamente, trajo un pisco y junto a mí contempló el espectáculo.
Amaba al pueblo, y en cada lugar que visitaba recibía regalos que guardaba con cariño y agradecimiento. Una noche en Curanilahue, un hombre de avanzada edad se abrió paso para saludar a Gladys. Buscaba la mano de la candidata para entregar un papel, alguna petición pensamos, al entregarle el papel le susurró “Para que se coma una buena cazuela, compañera”. Era un billete, dinero que el hombre desde su esfuerzo le entregó, gesto que conmovió a Gladys.
Los días vividos en esa campaña, fueron expresión de esfuerzo, trabajo a pulso, sin recursos, agudizando creatividad. Fue la fiesta fraterna más intensa que he vivido, llena de colores y alegría. Nadie sentía que era trabajador o militante de segunda. Gladys sabía hacer sentir importante a quienes estaban a su lado. Nada le era indiferente. Al pescador, carpintero, domestica, prostituta, ingeniero, a todos, se informaba quería saber del hombre y sus luchas.
Con ella marche en las jornadas gay, respetuosa, asumiendo que esa como otras luchas eran sus luchas.
La última vez que la vi, enferma, llegó hasta el monumento del Presidente Allende a rendirle homenaje. Entre la multitud que buscaba saludarle, logré acercarme al auto, bajó el vidrio y dije “¡Te amo Gladys!”. Sonrió respondiendo “ nos veremos querido”. Aun siento su mirada.
No fui a su funeral. Afirmado en la reja papal, lloré con mi alma. Junto a mí, un hombre sencillo musitó “¿Quién hablará por nosotros?”."
AUTOR: CARLOS E SANCHEZ
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