HERMANOS MAPUCHES

lunes, julio 07, 2008

REFLEXION


El Padre Marcos Buvinic,escribió esta reflexión en un diario ciudadano,titulada Los Malditos Imprescindibles,que vale la pena leer y asumir...


En cada época existen ciertos conceptos que son “malditos”, en el sentido que expresan aquellos valores o formas de vida que son decididamente ignorados o abiertamente rechazados en esa cultura. El problema no son los conceptos en sí mismos, sino las realidades que ellos contienen y expresan, las cuales resultan culturalmente incómodas y su reivindicación resulta “políticamente muy incorrecta”.

Quisiera invitar a los lectores a que juntos reflexionemos sobre algunos de estos conceptos malditos para la cultura dominante en nuestra sociedad, y que lo hagamos con la libertad que da el ejercicio de una racionalidad dispuesta a dejarse conducir por su propia reflexión, a pesar de que sea políticamente incorrecto reivindicar ciertos valores. Al respecto es importante recordar el antiguo adagio filosófico que señala Amicus Plato, sed magis amica veritas (Platón es mi amigo, pero más es mi amiga la verdad).

Un primer concepto maldito en la actual cultura dominante es el de austeridad. Para la mayoría de las personas la austeridad no representa ningún valor relevante; al contrario, el valor relevante es el consumismo. La sobriedad y la austeridad parecen valores propios de otras épocas o de otros países más pobres. Muchas personas se preguntarán por qué ser austeros o sobrios ante el consumo si hay de todo, si hay dinero para comprarlo (si no hay dinero, hay tarjetas), si me gusta, si el país tiene más dinero que nunca por el alto precio del cobre, etc… Así, en esta lógica muchos corren atrapados por la avidez de consumir los objetos y las experiencias que le ofrece una sociedad con cierta apariencia de bienestar. ¡Ni hablar de austeridad, sobriedad o ahorro; eso que quede para las economías de guerra!

Un segundo concepto maldito en la cultura dominante en nuestra sociedad es el de disciplina. A muchas personas pareciera que el solo nombre de este valor les pone la piel de gallina y les rechinan los dientes cuando alguien reclama un poco de disciplina. A ese le dirán -cuando menos- “facho”, “nostálgico de la dictadura”, “reprimido”, etc… Lo que parece importar a estos impugnadores de la disciplina es la espontaneidad, vivir según las ganas que se sienten en un momento o en otro, vivir según todos los derechos pero -ojalá- sin deberes. ¡Pobre de aquel que se ocurre pedir un poco de disciplina aun niño taimado que hace una pataleta en un lugar público importunando a otros! ¡Ay de aquel que se le ocurre demandar un poco de disciplina a unos escolares que se sienten dueños del mundo!, ¡Desgraciado aquel que se le ocurre recordar a unos universitarios en huelga que la calidad profesional se consigue con el estudio y que para éste es necesaria la disciplina personal!

Un tercer concepto maldito para un grupo significativo de nuestra sociedad es el de esfuerzo. Desgraciadamente, para muchos la laboriosidad no es considerada como una virtud (no les interesa que algo sea virtud o virtuoso), sino que lo que se valora es la comodidad; así, en esa manera de pensar y de vivir, lo bueno es lo que se consigue con el menor esfuerzo posible. De este modo, lo mediocre se va estableciendo como lo bueno, porque es de tontos andar esforzándose con lo que se puede conseguir sin esfuerzo (aunque sea “un poquito” inferior). En esta lógica la laboriosidad será una actitud propia de los tontos o de los “pernos”, porque lo valorable es sacar la vuelta, hacerle el quite al trabajo, evitar todo lo que signifique esfuerzo y… ¡ni hablar de sacrificio!

Podríamos seguir con la lista de los conceptos malditos que parecen dominar en la sociedad actual, que estos que señalamos sean una muestra de la honda crisis valórica y ética que va minando nuestra convivencia social. Sucede, paradojalmente, que ninguna sociedad se edifica humanamente sin estos conceptos malditos; los valores que ellos expresan son imprescindibles para ir dando un rostro humano y solidario a nuestra sociedad.

Una sociedad que no aprende la austeridad nunca será solidaria con los más pobres, una sociedad que no aprende a vivir con disciplina nunca logrará ir más allá de las sensaciones momentáneas o de los gritos de las masas, una sociedad que no aprende el valor del esfuerzo nunca será capaz de sacrificarse por nada y por nadie … ¡menos por los más pobres!

Quisiera invitar a los lectores a reflexionar al respecto y, especialmente, a preguntarnos acerca de qué tipo de valores son los que estamos promoviendo en nuestras familias, en nuestro sistema educacional, en nuestras relaciones humanas, etc… Si no estamos atentos, la vida se deshumaniza y la cultura del egoísmo se va instalando en medio nuestro.


fuente:www.elamaule.cl