ABUELOTengo impresa en la memoria las visitas.Por lo general nevadas.
Mi abuelo me sentaba en sus rodillas huesudas para contemplar la caída de la nieve desde su silla mecedora.En algún momento desviaba la vista de la ventana,acariciaba mis cabellos desordenados y murmuraba en mi oído una frase tierna y lapidaria:
.- Tú serás un día hombre.-
Luego volvía los ojos al paisaje y agregaba con tono ausente
.- Te gusta ver como cae la nieve,verdad?
Al instante me parecía que juntos regresábamos de algún sueño donde todo era limpio y diáfano.
.- Me gusta que las calles sean blancas abuelo-le respondía con las puplias todavía impregnadas de sueño y transparencias.
.- Pero no te gusta besarme cuando llegas-lo decía soinriendo desde el monótono vaivén de la silla que me ocultaba a intervalos sus facciones.
Yo lo miraba avergonzado recordando que instintivamenete ladeaba la cabeza al besar sus mejillas arrugadas.
Porque siempre recuerdo esas visitas espero que hoy la nieve no termine.La cadencia de la silla me permite medir las horas con regular monotonía.Cuando llega viene corriendo a mis rodillas.Su primer gesto es instintivo mientras una escena antigua cruza por la calle.
.- Tu serás hombre un día-le digo con la mirada puesta en la distancia.Luego me parece verlo metido enun sueño cuando habla.
.- Me gusta ver como cae la nieve,abuelo.Dice observando fijamente los copos que van cubreindo los techos de las casas.
Yo acaricio suavamente sus cabellos desordenados.Sin quererlo retrocedo en el tiempo como si olfateara el pasado.Y a pesar de ello me cuesta aceptar que evite besarme las mejillas cada vez que llega avisitarme.
Autor.Juan Mihovilovich
