En Chile la corrupción no nació de la nada,no fue gestada por obra y gracia del Espíritu.Tiene sus orígenes y culpables.Este artículo nos puede ayudar a encontrar claridad .
LA LARGA MEMORIA DE LA CORRUPCION
La Concertación transó con la Derecha la mantención del modelo neoliberal, que supone un Estado débil, fértil terreno para acciones sistemáticas de corrupción
En la memoria larga de la corrupción sería necesario remontarse a hechos ocurridos durante el gobierno militar y a situaciones que se han vivido en los gobiernos de la Concertación. Es importante visualizar la concatenación histórica de hechos que se insertan en la cuestionable y aún confusa dimensión de la transición chilena a la democracia.Entre 1989 y marzo de 1990 se produjo el repliegue de los miembros del gobierno militar hacia el sector privado. Es sabido que hubo negociaciones cupulares para el traspaso del poder institucional a las fuerzas democráticas, tratativas que buscaron asegurar la continuidad del sistema económico implantado por el régimen militar.
A la distancia se aprecia que, a consecuencia de tales compromisos, se archivaron todas aquellas denuncias compiladas, especialmente por la prensa opositora de los ochenta, acerca del saqueo que se había producido al patrimonio público para favorecer a grupos ligados al gobierno militar. Como por ejemplo, asegurar que no se hiciera cuestión de aquel subsidio de 5 mil millones de dólares que el gobierno militar entregó a la banca, a través del mecanismo de la deuda subordinada, después de los escándalos financieros de 1982. Antes de entregar el mando, Pinochet eliminó el plazo que tenía la banca para reintegrar al Estado la deuda subordinada que mantenía con el Banco Central.
Se podrían recordar muchas acciones de abuso que jamás fueron corregidas, como la reducción de un 10% de las pensiones a los jubilados; la mascarada del capitalismo popular, la ingeniería financiera diseñada para el canje de deuda externa por acciones de empresas públicas, la imposición inconsulta del sistema previsional privado que ya es sabido no será capaz de entregar pensiones dignas y deberá ser reformado. .
La evolución de la sociedad chilena demuestra la acumulación de inequidad, consecuencia de mantener intactos los pivotes del sistema neoliberal. Es ese el costo social que ha tenido el abandono del programa de gobierno para el desarrollo, que se había redactado como proyección para los noventa..
OTRO CHILE FUE POSIBLE
Tengo la convicción de que otro Chile era posible y teníamos las capacidades para lograrlo, pero quienes pudieron conducir un proceso distinto, no tuvieron cabida en los equipos que ocuparon el gobierno. La concentración de la riqueza y el modelo caníbal que se ha impuesto en el plano económico son el efecto de una claudicación histórica que significó aceptar limitar las funciones del Estado. En efecto, al desmovilizar las organizaciones sociales y manejar un estilo político cupular, presidencialista y centralizado, los gobiernos concertacionistas consumaron un error político histórico. Porque ello le significó a las fuerzas democráticas renunciar a todo margen de maniobra para intentar un plan de gobierno alternativo, en el cual se pudiera reorientar el rol del Estado, al menos como fiscalizador efectivo que evitara las distorsiones concentradoras de la economía de mercado.
Con esas camisas de fuerza impuestas al Estado y aceptadas como herencia del régimen militar, la sociedad de mercado en Chile presenta hoy distorsiones extremas si se la compara con otras realidades en donde el mercado sí funciona. Acá nos enfrentamos a un desequilibrio gigantesco a favor de las grandes empresas, del sistema financiero, y en desmedro de los sectores productivos medios y de las mayorías ciudadanas. .
Durante los gobiernos de la Concertación se abandonaron las propuestas programáticas iniciales, toda vez que pretendían orientar las energías de la gestión hacia los sectores medios de la sociedad, en especial hacia modelos cooperativos o asociativos de empresas pequeñas y medianas, similares a los esquemas italiano y alemán, lo cual implicaba una actuación promocional del Estado que debía privilegiar a estos sectores medios. Estos lineamientos programáticos fueron ignorados y desde el primer gobierno de la Concertación se dio continuidad al modelo extractivo, con políticas de fomento que favorecieron la internacionalización de los grandes grupos económicos que hoy controlan los recursos naturales del país. En este proceso se produjo una desnacionalización creciente de dichos recursos por la vía de la inversión directa, las concesiones y las alianzas estratégicas de grupos locales con compañías extranjeras.
En resumen, en el modelo neoliberal chileno el Estado sigue siendo un gran inversionista en todos los ámbitos económicos, pero son los operadores privados los que gestionan e intermedian en el gasto público. En definitiva, en el diseño del modelo imperante, los acuerdos políticos de la transición limitaron la funcionalidad del Estado chileno, dejando con ello en desprotección a las grandes mayorías y beneficiando a quienes controlan corporativamente el sistema económico nacional.
Un Estado débil, en definitiva, favorece el desarrollo de acciones sistemáticas de corrupción y es lo que se evidencia al trasluz de los episodios que ha conocido la opinión pública, por lo menos, durante los últimos 20 años.
Con esas camisas de fuerza impuestas al Estado y aceptadas como herencia del régimen militar, la sociedad de mercado en Chile presenta hoy distorsiones extremas si se la compara con otras realidades en donde el mercado sí funciona. Acá nos enfrentamos a un desequilibrio gigantesco a favor de las grandes empresas, del sistema financiero, y en desmedro de los sectores productivos medios y de las mayorías ciudadanas. .
Durante los gobiernos de la Concertación se abandonaron las propuestas programáticas iniciales, toda vez que pretendían orientar las energías de la gestión hacia los sectores medios de la sociedad, en especial hacia modelos cooperativos o asociativos de empresas pequeñas y medianas, similares a los esquemas italiano y alemán, lo cual implicaba una actuación promocional del Estado que debía privilegiar a estos sectores medios. Estos lineamientos programáticos fueron ignorados y desde el primer gobierno de la Concertación se dio continuidad al modelo extractivo, con políticas de fomento que favorecieron la internacionalización de los grandes grupos económicos que hoy controlan los recursos naturales del país. En este proceso se produjo una desnacionalización creciente de dichos recursos por la vía de la inversión directa, las concesiones y las alianzas estratégicas de grupos locales con compañías extranjeras.
En resumen, en el modelo neoliberal chileno el Estado sigue siendo un gran inversionista en todos los ámbitos económicos, pero son los operadores privados los que gestionan e intermedian en el gasto público. En definitiva, en el diseño del modelo imperante, los acuerdos políticos de la transición limitaron la funcionalidad del Estado chileno, dejando con ello en desprotección a las grandes mayorías y beneficiando a quienes controlan corporativamente el sistema económico nacional.
Un Estado débil, en definitiva, favorece el desarrollo de acciones sistemáticas de corrupción y es lo que se evidencia al trasluz de los episodios que ha conocido la opinión pública, por lo menos, durante los últimos 20 años.
autor: Hernán Narbona Véliz.