En este mes de Octubre recordamos los 40 años de la muerte de Ernesto Guevara de la Serna.Murió hace 40 años en un lugar selvático de Bolivia,a ocho kilómetros de La Higuera,en un combate con las tropas bolivianas especializadas en lucha antiguerrillera.Nacido en Rosario,en 1928,había recorrido un tumultuoso y largo camino en las luchas reivindicativas por una América mejor,más fraternal y solidaria.Había hecho de su existencia dolorida,un servicio desde su personal punto de vista,de los deseos de construir un continente y unos pueblos más autónomos y libres.Y ahí estaba ahora,en un lugar perdido del continente americano,su cadáver semidesnudo,los ojos abiertos,la última expresión serena.Su imagen acribillada fue contemplada con incredulidad por sus seguidores y exibida con sarcástica ironía por sus cancerberos.Fuimos muchos los que nos hicimos adolescentes,crecimos vibrando y soñando utopías junto al Che Guevara.Fuimos miles los que sentimos que ese hombre encarnaba de un modo u otro nuestros anhelos de justicia,redención y respeto por nuestros pueblos amerindios.Sus gestas y batallas por la liberación americana tocaban la fibra de nuestros fecundos sueños de un continente dueño de su propio destino.Junto a su cadáver se nos fueron muchas de nuestras quimeras.La muerte lo encontró en tierras extrañas,lejos del sol habanero,distante por millas y leguas de su familia.Hizo una opción total y radical por la causa que abrazó y fue consecuente con ella hasta el último aliento de vida allá en las lúgubres montañas de Ñancahuazú.Hoy lo traemos a la memoria porque su nombre merece figurar en los anales más importantes de las gestas de liberación del yugo colonialista que atrapa con sus tentáculos a nuestra América morena.Ernesto Guevara,el Che,un sueño,una esperanza,una utopía,un canto en la selva,una luminosidad en las tierras americanas.Un recuerdo para Ernesto Guevara,con el que crecimos soñando amaneceres justos,cuando el acné nos anunciaba la pubertad,allá por los años sesenta.Hoy en medio de tantas traiciones electoreras,vale el recuerdo de un hombre consecuente.El sol de La Habana aún espera por Ernesto Guevara.