El Doctor Maturana dictó una charla sobre Amor y Educación
Desde un comienzo, como buen biólogo, Maturana quiso remitirse a los orígenes de la humanidad. “La historia humana evolutiva comienza hace tres millones de años y nosotros somos el presente de linajes de primates bípedos. Ellos son los australophitecus.”. En ellos se encontraría el origen de la familia ancestral; y en su sobrevivencia y en su manera de relacionarse con el medio, aún encontramos vestigios en nuestras actuales familias. Los linajes, según Maturana, se conservan según un modo de vivir, en la reproducción sostenida que se aprende de una generación a otra. Es en el placer de juntarse, en la reunión con los otros donde el niño aprendería a convivir y sólo el lenguaje, como modo de coordinar los haceres y las emociones, permitiría esto. Por esto mismo, el profesor fue enfático al señalar: “La educación es una transformación en la convivencia, por lo mismo, todos somos igualmente inteligentes, pues las dificultades son de la emoción y de la convivencia y no de la inteligencia”.
Si aún parecieran demasiado oscuras estas afirmaciones, debiéramos remitirnos a la siguiente distinción propuesta por Maturana: Educación es distinto que Enseñar. Educación se refiere a modos de conducirse, involucra emociones, y, en ese sentido, requiere la participación de otros en el proceso. La enseñanza, en cambio, se relaciona con los saberes y estos no serían más que manipulaciones del enseñado por medio de materias.
¿Qué resulta de esto? Que si de generación en generación vamos educando a nuestros hijos a través de relaciones de amor, emoción que ya estaría presente en el primer linaje humano, encontraríamos respuesta para un gran cambio en nuestro entorno. La educación debe estar centrada en la conducción de esta particular emoción y si ella es transmitida de linaje en linaje, lograríamos mejorar no sólo la misma educación, sino a la sociedad en su conjunto.
Si embargo, el profesor, interrogado sobre las posibilidades de este cambio, respondió intransigente, “este es un cambio que no sólo debo hacer yo, sino que es un deber de todos”. Sólo en la reflexión y en la capacidad de diálogo con las autoridades políticas y con instituciones educativas es posible realizar metamorfosis. Finalmente, si lo pensamos, el discurso de este destacado científico logra una cercanía tal con nuestro sentir, que aunque podamos criticarlo, no nos deja de indiferentes ante sus palabras.