HERMANOS MAPUCHES

jueves, enero 24, 2008

LAS MADRES DE ARAUCO


Las Madres de Arauco
Sonia y Mónica

Sonia y Mónica, en distintas fechas parieron hijos luminosos que amamantaron con dedicación y orgullo por la sangre que corría por los bosques de esos pequeños cuerpos. Lavaron con una ternura infinita los pañales, improvisaron innumerables canciones de cuna para adormecer el inquieto descanso de sus retoños. Les ayudaron en sus primeros pasos por las andanadas de Arauco y les mostraron el zumbido libre del zorzal, el colorido inmaculado del copihue y ese olor a tierra tan sagrado y tan violentado por el invasor. Se bañaron bajo la luna libre de Nahuelbuta en los ríos que descendían libres desde la madre montaña y gozaron juntos con amaneceres diáfanos y auroras en libertad. Les inculcaron el amor profundo a su historia, a sus raíces, a sus ancianos, a su familia y a la madre tierra. Les enseñaron cada detalle de su historia pasada y presente, los motivaron a creer en el hombre, a buscar la verdad y a asumir con hidalguía la lucha por la recuperación de las tierras usurpadas por el invasor winka. Fueron aprendizajes hermosos, consecuentes, valientes, decididos pero sin odios ni resentimientos. Esos hijos crecieron bellos, verdaderos, amorosos, dignos, con la frente siempre en alto y la mirada libre de opresiones. No juntaron sus caminos, pero quedaron unidos en la inmortalidad de la tristeza de Arauco, en los lamentos de cientos de lágrimas que lloran por ellos. Dos hermosas vidas, dos proyectos libertarios, quedaron tendidos en la fría tierra usurpada, víctimas de una bala asesina con olor a forestales. Desde los bosques de Nahuelbuta, desde los ríos ancestrales bajan los gritos aterrorizados y violentados por la bota y el fusil traidor y dos madres lloran su pena profunda honesta y libertaria. Parieron hijos para la vida, para aunar voluntades por Arauco, para hacer germinar anhelos de redención y construir algún día la nación mapuche. Miles de sueños quedaron inconclusos, miles de utopías ensangrentadas por una bala, cientos de revoluciones asesinadas en tardes aciagas como las que trajo antaño Valdivia. Matías y Alex se fueron a caminar las estrellas y Sonia y Mónica se atragantan con tanto dolor e impotencia y allá en Arauco llora el copihue, se entristece la Machi y el Lonko derrama su lágrima en silencio. Un día ambas parieron hijos para la vida, para la luz, para la tierra, para su pueblo y ahora las cubre la noche negra del dolor, pero ambas saben con orgullo que parieron hijos hermosos, valientes, libres, honestos y consecuentes. Qué mejor regalo para estas madres?








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