Queda decretado que ahora vale la verdad,
que ahora vale la vida,
que con las manos juntos
trabajaremos todos por la vida verdadera.
Queda decretado que todos los días de la semana
incluso los miércoles más grises
tienen derecho a convertirse en mañanas del domingo.
Queda decretado que a partir de este instante
habrá girasoles en todas las ventanas
y que los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra
y que las ventanas deberán permanecer el día entero
abiertas hacia el verde donde crece la esperanza.
Queda decretado que el hombre
no necesitará nunca más
dudar de otro hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire
y como el aire confía
en el campo azul del cielo.
El hombre confiará en el hombre
como un niño confía en otro niño.
Queda decretado que los hombres
estén libres del juego de la mentira.
Nunca más será necesario usar
la coraza del silencio
ni la armadura de las palabras.
El hombre se sentará a la mesa
con su mirada limpia
porque la verdad pasará a ser servida
antes del postre.
Queda establecido durante diez siglos
la práctica soñada por el Profeta Isaías,
y el lobo y el cordero pastarán juntos
y la comida de ambos
tendrá el mismo sabor de aurora.
Por decreto irrevocable queda establecido
el reinado permanente
de la justicia y la claridad
y la alegría será una bandera generosa
para siempre desplegada en el alma del pueblo.
Queda decretado que el pan de cada día
tendrá del hombre la señal de su sudor,
pero que sobretodo tendrá siempre
el caliente sabor de la ternura.
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será
no poder dar amor a quien se ama,
y saber que es el agua
quien da a la planta el milagro de la flor.
Queda permitido a cualquier persona
a cualquier hora de la vida,
el uso del traje blanco.
Qudea decretado por definición
que el hombre es un animal que ama
y que por eso es bello
mucho más bello que la estrella de la mañana.
Se decreta que nada será obligado ni prohibido
todo será permitido,
inclusive jugar con los rinocerontes
y caminar por las tardes
con una inmensa begonia en la solapa.
Solo una cosa queda prohibida,
amar sin amor.
Queda decretado que el dinero
no podrá nunca más comprar
el sol de las mañanas venideras.
Queda expulsado del gran bául del miedo
el dinero se transformará en una espada fraternal
para defender el derecho a cantar
a la fiesta del día que llegó.
Queda prohibido el uso de la palabra libertad,
la cual será suprimida de los diccionarios
y del pantano engañoso de las bocas.
A patir de este instante
la libertad será algo vivo y transparente
como un fuego o un río,
y su morada será siempre
el corazón del hombre.
Autor: Thiago de Mello
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